El kintsugi, una filosofía japonesa que nos enseña a encontrar belleza y significado en las cicatrices de la vida, nos habla un poco de esto, y de la conexión profunda con lo imperfecto.
El kintsugi no habla sólo de reparar, si no que nos invita a ver cada rotura como una parte esencial y bella de nosotros. En lugar de ocultar las heridas, se resaltan de manera que sabemos que están ahí, pero las apreciamos con admiración. Esto simboliza cómo nuestras experiencias, incluso las más dolorosas, les dan valor y belleza a nuestras vidas.
Aplicado a nuestra vida, este arte nos invita a reflexionar sobre nuestras propias cicatrices. Nos anima a aceptar y valorar nuestras imperfecciones como partes fundamentales de lo que somos, no como algo que necesite ser escondido o reparado de forma invisible.